viernes, 26 de septiembre de 2025

Prevenir el embarazo adolescente es proteger sueños y abrazar futuros

 


Hay temas que, cuando se nombran, nos atraviesan el alma porque no son cifras ni titulares de prensa, sino realidades que viven personas de carne y hueso. Uno de ellos es el embarazo adolescente. Al hablar de ello no pensamos únicamente en un hecho biológico, sino en la historia de una niña que, de un día para otro, deja de vivir su adolescencia para asumir responsabilidades adultas. Es la historia de sueños interrumpidos, de cuadernos que se cierran antes de tiempo, de proyectos de vida que quedan suspendidos en un “hubiera podido ser”.

En Colombia, como en muchos países de América Latina, el embarazo adolescente sigue siendo una herida abierta. La Organización Panamericana de la Salud recuerda que cada día, en nuestra región, una de cada cinco madres tiene menos de diecinueve años. Son cifras que duelen, porque detrás de cada número hay una historia personal, una familia que se transforma y, muchas veces, un futuro que se complica.

La adolescencia debería ser una etapa de descubrimiento, de amistades, de aprendizajes y de sueños sembrados en tierra fértil. Pero cuando aparece un embarazo en este momento de la vida, se trastoca la ruta. La joven, que aún está descubriendo quién es, pasa a convertirse en madre, muchas veces sin contar con el apoyo necesario, enfrentando riesgos de salud, abandono escolar, discriminación y pobreza. Y lo más doloroso: cargando con juicios sociales en lugar de recibir abrazos y comprensión.

Como lo expresó la profesora Silvana Lasprilla en el programa En sintonía con tu salud, las raíces de esta situación están muchas veces en el silencio. Todavía en muchos hogares hablar de sexualidad es tabú. Padres y madres prefieren callar, creyendo que así “protegen” a sus hijos, cuando en realidad el silencio los expone. Al no encontrar respuestas en casa, los adolescentes buscan en la calle, en los amigos o en internet, y no siempre reciben la mejor orientación. La escuela, que debería ser un espacio seguro para hablar del tema, en ocasiones se limita a lo biológico, dejando de lado lo más importante: enseñar sobre emociones, respeto, autonomía, consentimiento y capacidad de decidir.

Y hay algo aún más duro de aceptar: en muchos casos, estos embarazos no son fruto de decisiones libres, sino de relaciones forzadas o de abuso, de dinámicas de poder desiguales que marcan la vida de niñas y adolescentes para siempre. Aquí la sociedad entera tiene una deuda enorme, porque no se trata solo de prevenir embarazos, sino de proteger la dignidad y los derechos de quienes todavía están en proceso de crecer.

El economista Carlos Javier Carmona Campo, en esa misma conversación radial, recordaba otra dimensión dolorosa: la económica. Cada embarazo adolescente tiene un costo alto, no solo para la joven y su familia, sino para todo el país. Son oportunidades de estudio y de trabajo que se pierden, talentos que no llegan a desarrollarse, generaciones que siguen atrapadas en el círculo de la pobreza. No hablamos solo de gastos en salud o programas sociales, hablamos de sueños interrumpidos que limitan el desarrollo de toda una sociedad.

Pero reducir este tema a cifras sería quedarnos cortos. Lo verdaderamente importante es reconocer que prevenir el embarazo adolescente significa cuidar proyectos de vida. Significa proteger la posibilidad de que una joven termine sus estudios, descubra el mundo, cumpla metas y decida cuándo y cómo quiere ser madre, si así lo desea. Significa dar tiempo para crecer con libertad.

La prevención no se logra con campañas pasajeras ni con discursos políticos. Se logra con abrazos en la familia, con palabras honestas en la mesa, con maestros que se atreven a hablar sin miedo, con servicios de salud que acogen sin juzgar. Se logra cuando el Estado asume la responsabilidad de garantizar programas sostenidos y recursos suficientes, cuando la sociedad deja de señalar y empieza a acompañar.

Quisiera que, al leer estas líneas, pensemos en un rostro, en un nombre. Quizás fue la vecina del barrio que dejó el colegio en noveno grado, la sobrina que ahora cría a su hijo con ayuda de los abuelos, la estudiante que un día desapareció de las aulas. No son casos lejanos; son parte de nuestra vida cotidiana. Y si logramos ponerles rostro a las cifras, tal vez entendamos que prevenir el embarazo adolescente no es un tema técnico, es una responsabilidad profundamente humana.

En este camino hay avances, claro está. Pero falta mucho por hacer. Nos falta como país aprender a hablar sin prejuicios, acompañar sin juzgar y construir oportunidades reales para que los jóvenes puedan soñar. Nos falta mirar a nuestras adolescentes con esperanza y confianza, no con estigmas ni reproches.

Mi convicción, como docente y como mujer que trabaja en salud, es que debemos cambiar el enfoque: dejar de pensar solo en “evitar gastos” o “reducir estadísticas” y empezar a hablar de sueños, de proyectos de vida, de dignidad. Prevenir un embarazo adolescente no es solo evitar un parto temprano; es, sobre todo, garantizar que cada joven pueda escribir su propia historia con libertad, sin que nadie la interrumpa antes de tiempo.

La prevención del embarazo adolescente, al final, es una apuesta por el futuro de todos. Las familias tienen que romper los silencios, las escuelas deben educar con integridad, los servicios de salud tienen que acompañar con empatía, el Estado debe sostener políticas claras y la sociedad entera debe aprender a abrazar en lugar de señalar. Si cada quien asume su parte, lograremos que más adolescentes vivan plenamente su juventud y que el país no pierda la riqueza de su gente joven.

En el programa En sintonía con tusalud quedó claro que este no es un desafío aislado, sino un compromiso compartido. La voz de la profesora Silvana Lasprilla, desde la salud pública, y la del economista Carlos Javier Carmona, desde la economía, nos recordaron que no podemos seguir indiferentes. Prevenir es proteger, prevenir es abrir caminos, prevenir es cuidar la esperanza.

Por eso, quiero invitarte a que des un paso más y escuches el audio de la entrevista radial completa. Allí encontrarás reflexiones profundas y humanas que complementan estas palabras, y que pueden inspirarnos a todos a construir una sociedad que no solo hable de prevención, sino que la viva, para que cada adolescente pueda crecer en libertad y abrazar su futuro sin cadenas ni silencios.





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