domingo, 23 de noviembre de 2025

VIH: Entre la información, la prevención y la dignidad humana

 


Hablar de VIH sigue siendo, incluso hoy, un ejercicio profundamente necesario. Aunque el virus fue identificado hace más de cuatro décadas, aún persisten mitos, temores y estigmas que afectan la vida de millones de personas en el mundo. La ciencia ha avanzado de manera contundente, y los tratamientos disponibles permiten que una persona con VIH tenga una esperanza de vida prácticamente igual a la de alguien que no vive con el virus. Sin embargo, estos logros biomédicos no siempre se traducen en bienestar real si no van acompañados de una comprensión social más amplia y respetuosa.

El VIH no es solo una condición de salud: es un espejo de nuestras inequidades, de nuestra capacidad o incapacidad social para cuidar y acompañar. Por eso, hablar del tema no puede reducirse a cifras o diagnósticos; implica comprender el contexto, desmontar prejuicios y promover una cultura de prevención basada en derechos humanos.

Uno de los avances más significativos en salud pública es el principio Indetectable = Intransmisible (I=I). Esto significa que una persona que vive con VIH y mantiene una carga viral indetectable gracias al tratamiento no transmite el virus por vía sexual. Este hallazgo, ampliamente respaldado por evidencia científica, ha transformado el panorama de la vida afectiva, sexual y familiar de miles de personas. También derriba uno de los temores más arraigados: la idea de que el VIH es, inevitablemente, una amenaza constante para los demás. Sin embargo, aunque la ciencia lo afirma, la sociedad todavía tarda en aceptarlo.

La prevención juega un papel fundamental. Hoy en día existen herramientas altamente efectivas: el uso adecuado del condón, la Profilaxis Post Exposición (PEP) para emergencias, y la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP) para personas con mayor riesgo. Cuando estas estrategias se combinan con educación, acompañamiento y accesibilidad, los resultados en salud pública son contundentes. No obstante, en muchos territorios especialmente en poblaciones jóvenes, migrantes, comunidades LGBTIQ+ y personas en condiciones de vulnerabilidad persisten barreras que dificultan acceder a estas opciones. La falta de información confiable, el miedo al señalamiento y la desconfianza hacia los servicios de salud todavía frenan la búsqueda de atención.

En este camino de acompañar, educar y derribar barreras, es fundamental destacar el papel de líderes comunitarios como Jorge Andrés Ortega, invitado especial en el programa En Sintonía con tu Salud. Como Coordinador de Red Somos Barranquilla y Licenciado en Educación, Jorge Andrés ha dedicado su trabajo a acercar la salud sexual y reproductiva a poblaciones que históricamente han enfrentado exclusión: jóvenes, migrantes y personas de la comunidad LGBTIQ+. Sus aportes desde la entrega de kits de prevención y la realización de pruebas rápidas, hasta el acompañamiento a personas sin afiliación al sistema de salud reflejan un enfoque profundamente humano y transformador. Su labor demuestra que la respuesta al VIH no solo se construye desde los consultorios, sino desde la cercanía, la escucha y la confianza comunitaria.

La prueba de VIH se convierte, entonces, en un acto de autocuidado. Hacerse la prueba es un gesto sencillo, rápido, confidencial y, en muchos lugares, gratuito. Pero también es un acto de responsabilidad y amor propio. Conocer el diagnóstico a tiempo cambia por completo el pronóstico de la enfermedad. Además, permite iniciar tratamiento temprano, evitar complicaciones y, en caso de resultar negativo, conversar con un profesional de salud sobre las alternativas de prevención disponibles.

El reto más grande, sin embargo, no está únicamente en las herramientas clínicas, sino en las actitudes sociales. Persisten mitos profundamente dañinos: que el VIH está “asociado” solo a ciertos grupos, que es un castigo, que la persona diagnosticada debe ser rechazada o aislada. Estas narrativas desinformadas generan silencio, miedo y discriminación, lo que retrasa la detección y el acceso al tratamiento.

Hablar abiertamente del VIH es también defender la dignidad humana. Significa reconocer que todas las personas merecen respeto, acompañamiento y oportunidades para vivir plenamente. Reconocer que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino también bienestar emocional, inclusión y acceso a servicios confiables.

El VIH ya no es lo que era en los años ochenta: hoy tiene tratamiento efectivo, estrategias de prevención poderosas y evidencia sólida que permite vivir con plenitud. Pero la transformación verdadera depende de todos: de quienes informan, de quienes acompañan y, sobre todo, de quienes deciden romper el silencio.

Y si quieres profundizar más en estas reflexiones, en las experiencias en territorio y en la voz de quienes trabajan directamente con las comunidades, te invito a escuchar el programa completo en YouTube. Es una conversación que ilumina, sensibiliza y nos recuerda por qué hablar de VIH es también hablar de humanidad.


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