“Hablar del suicidio sin miedo es el primer paso para salvar vidas. Prevenirlo es una tarea colectiva que une ciencia, acompañamiento y comunidad.”
Hablar de
suicidio nunca ha sido fácil. Es un tema cargado de dolor, estigmas y silencios
que, durante años, se han preferido evitar. Sin embargo, callar frente a este
problema no lo hace desaparecer. Al contrario, contribuye a que crezca en la
sombra. Por eso, abrir conversaciones sobre la prevención del suicidio en los
espacios universitarios no es solo pertinente, sino necesario y urgente.
Cada
cifra de suicidio que vemos en los informes de salud pública representa mucho
más que un número: es una vida truncada, una familia en duelo y una comunidad
marcada por la pérdida. Cuando ese hecho se da en la universidad, el impacto es
aún mayor. Los jóvenes universitarios están en una etapa de transición:
enfrentan la presión de cumplir metas académicas, adaptarse a un nuevo entorno,
responder a expectativas familiares y, en muchos casos, hacerlo mientras lidian
con problemas económicos o personales. Todo eso, sumado a la sensación de
soledad que a veces trae consigo la vida universitaria, puede aumentar la vulnerabilidad
emocional.
Ante este
panorama, la universidad no puede limitarse a ser un lugar de formación
académica. Tiene que ser también un espacio de acompañamiento humano, donde se
reconozca que el bienestar emocional es tan importante como el éxito académico.
Aquí es donde la prevención del suicidio se convierte en una tarea colectiva:
de los investigadores, de las instituciones y de cada persona que hace parte de
la comunidad universitaria.
La ciencia que transforma vidas
En este
punto, el papel de la investigación es clave. La doctora Lorena Cudris,
psicóloga e investigadora, ha mostrado que la ciencia en salud mental tiene un
poder transformador cuando se conecta con la vida real de los estudiantes. Sus
estudios e intervenciones buscan identificar factores de riesgo, entender las
señales de alerta y diseñar programas que permitan prevenir el suicidio de
manera efectiva.
La
investigación científica nos recuerda que el suicidio no aparece de la nada.
Existen señales, patrones y circunstancias que pueden preverse y atenderse a
tiempo. Por eso, conocer estos hallazgos no solo enriquece la academia, sino
que abre caminos para acciones concretas en las universidades. Además, el
impacto de estas intervenciones va más allá de los estudiantes directamente
beneficiados: también influye en las instituciones de educación superior, al
ayudarlas a fortalecer sus políticas de bienestar y a implementar estrategias
más efectivas para proteger la salud mental.
Aquí
radica un punto central: la ciencia no puede quedarse en los laboratorios o en
las publicaciones especializadas. Su verdadero valor está en llegar a la
comunidad, en transformar entornos y en salvar vidas.
El acompañamiento cercano: Bienestar Universitario
Pero la
investigación, por sí sola, no basta. Necesita complementarse con la cercanía,
la escucha y la acción directa en el día a día de los estudiantes. Este es el
papel que desempeña Bienestar Universitario, bajo el liderazgo de la
doctora Zoley Fragoso, quien cuenta con más de dos décadas de
experiencia acompañando a los jóvenes de la Universidad de la Costa.
Las
estrategias implementadas desde Bienestar Estudiantil reflejan que la
universidad entiende que el aprendizaje académico solo florece cuando hay un
equilibrio emocional. Programas de acompañamiento psicológico, campañas de
sensibilización, talleres de autocuidado, redes de apoyo y espacios de diálogo
abierto son algunas de las acciones que fortalecen la salud mental de la
comunidad.
Además,
Bienestar Universitario trabaja en la prevención activa: no espera a que
aparezca la crisis, sino que busca generar una cultura de cuidado y
autocuidado. De esta manera, los estudiantes aprenden a reconocer que pedir
ayuda no es una señal de debilidad, sino un acto de valentía y de amor propio.
Derribar mitos: hablar sin miedo
Uno de
los mayores obstáculos en la prevención del suicidio son los mitos que lo
rodean. Muchas veces se cree que hablar del tema puede “incitar” a otros a
pensar en él, o que solo los profesionales están capacitados para intervenir.
Estas ideas equivocadas generan miedo y silencio, y el silencio, en este caso,
puede costar vidas.
Hablar
del suicidio de manera responsable y sin tabúes abre la posibilidad de que
quienes atraviesan una crisis se sientan escuchados y acompañados. Reconocer
las señales de alerta, prestar atención a cambios de conducta, escuchar sin
juzgar y ofrecer un apoyo genuino son acciones que cualquiera puede hacer, y
que pueden marcar una diferencia inmensa.
Por eso,
derribar los mitos es tan importante como crear nuevas rutas de apoyo. En la
medida en que más personas entiendan que la salud mental es un tema de todos,
podremos construir comunidades universitarias más solidarias y seguras.
El papel de las redes sociales
Otro reto
actual es el impacto de las redes sociales en la salud mental. Si bien pueden
ser espacios de conexión y aprendizaje, también pueden convertirse en lugares
de hostigamiento, exposición pública y burlas, como ocurre con cuentas anónimas
que publican memes con fotografías de la comunidad universitaria. Este tipo de
prácticas no solo vulnera la dignidad de los estudiantes, sino que también
puede agravar situaciones de ansiedad, depresión o crisis emocionales.
Ante
esto, la universidad debe promover un uso responsable de las redes sociales,
educar sobre el respeto digital y ofrecer herramientas para que los estudiantes
enfrenten estas situaciones. La prevención del suicidio también pasa por
reconocer que el bienestar emocional se juega en todos los espacios, incluidos
los virtuales.
Una tarea de todos
La
conclusión es clara: la prevención del suicidio en la universidad es una tarea
que nos une a todos. La ciencia nos aporta las herramientas, Bienestar
Universitario abre los espacios de acompañamiento, pero la comunidad en su
conjunto debe comprometerse a cuidar y cuidarse.
Como
estudiantes, estar atentos a nuestros compañeros, acompañar sin juzgar y no
temer a hablar del tema son acciones poderosas. Como docentes, reconocer las
señales de alerta y derivar a los canales de apoyo institucionales es un deber.
Como institución, ofrecer recursos accesibles, programas permanentes y un
discurso que normalice el cuidado de la salud mental es indispensable.
Al final,
prevenir el suicidio no es solo salvar una vida. Es reafirmar la dignidad de
cada ser humano, recordar que nadie está solo y que siempre hay razones para
seguir adelante. Cada estudiante que pide ayuda, cada docente que escucha, cada
amigo que acompaña y cada universidad que actúa, contribuyen a construir un
futuro más humano y esperanzador.
Porque hablar del suicidio no es fomentar la desesperanza: es abrir una puerta a la vida.
Ahora te invito a escuchar la entrevista completa, donde nuestras invitadas comparten experiencias y consejos inspiradores sobre la prevencion del suicidio y el cuidado de la salud mental.
👉 “Si este contenido te resultó útil, compártelo. Hablar salva vidas 💚🌿.”
Visita mi FAN PAGE en Facebook
Sígueme en X
Sigueme en Tiktok
Sigue mi Blog en Blogger
Sigueme en You Tube

Excelente y de total cotidianidad este tema.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tu comentario! Coincido contigo, es un tema muy cercano a nuestra vida diaria y por eso vale la pena hablarlo con naturalidad y sencillez. La idea es que cada espacio de conversación nos ayude a reflexionar y a encontrar formas prácticas de cuidarnos mejor.
ResponderEliminar